MANIFIESTO

POR UN TRANSPORTE PÚBLICO, ACCESIBLE Y DE CALIDAD EN NUESTRAS COMARCAS

La línea de ferrocarril Santander-Bilbao, desde su inauguración hace 125 años, ha sido y es, en muchos casos, la única opción de transporte público en los pueblos de su entorno, tanto de Enkarterri como del interior de Cantabria.

Pero en las últimas dos décadas hemos asistido a un grave deterioro en el estado de la infraestructura, la superestructura y los trenes por la falta de inversiones en mantenimiento y renovación, unido a una deficiente gestión del personal, provocando el constante deterioro de la calidad del servicio que ofrece.

Ello se ha traducido en un aumento de los tiempos previstos de viaje hasta el punto de que hoy son superiores a los de 1910 ó 1939 así como en un alarmante incremento del número de incidencias (retrasos, averías de trenes, cortes de vía, transbordos a autobuses o taxis, suspensión de servicios, etc.); falta de atención e información al viajero sobre servicios o incidencias; aumento de tiempo en la normalización del servicio tras una incidencia; limitaciones de velocidad para evitar obras imprescindibles y, en general falta de cuidado, custodia y limpieza de las estaciones, entre otros.

La inevitable consecuencia ha sido una reducción alarmante del número de viajeros y de mercancías transportadas.

Ante esta situación, ayuntamientos afectados y multitud de personas se han dirigido en numerosas ocasiones a FEVE hasta 2012 y, desde entonces, a RENFE (operadora de la línea) y ADIF (responsable de la infraestructura), incluso con mociones aprobadas (en 2014 y 2016) por ayuntamientos como los de Ramales y Karrantza para denunciar la situación relatada y exigir medidas correctoras inmediatas. Aun así, con sus cada vez mayores deficiencias, el escaso número de frecuencias (3 en cada sentido entre Santander y Bilbao, una en cada sentido entre Marrón y Santander y una entre Karrantza y Bilbao) se había mantenido hasta el confinamiento decretado en marzo de 2020. Entonces se estableció, durante 477 días, un tren diario por la mañana en cada sentido entre Santander y Bilbao. Lo cual imposibilitaba la ida y vuelta a las capitales en el día.

Llegado a este extremo, en junio de 2020, constituimos en Karrantza la “Plataforma en Defensa del Tren Santander-Bilbao”, en denuncia de esta situación y con el objetivo de conseguir un transporte público, accesible y de calidad en nuestras comarcas.

Para ello, desde la Plataforma, hemos realizado entre otras acciones: presentaciones y concentraciones en diferentes pueblos; manifestaciones en Bilbao y Santander; asambleas con la ciudadanía; envío de escritos a responsables de ADIF, RENFE, Gobierno Vasco, Gobierno de Cantabria, Diputación de Bizkaia, Defensor del pueblo; celebración de reuniones con responsables de diferentes instituciones (alcaldes, concejales, diputados, senadores, Gobierno de Cantabria, etc...) y de diferentes partidos políticos; Proposición de mociones a los ayuntamientos afectados, que casi todos han aprobado en pleno.

Tras más de un año de protestas y propuestas, en septiembre de 2021 se han restablecido las frecuencias anteriores a la pandemia. Sin embargo, la situación de la línea es caótica. La no incidencia es la excepción (grandes retrasos, transbordos, suspensión del servicio, etc...).

Nuestras comarcas están castigadas por la falta de infraestructuras y con accesos por carretera en pésimas condiciones. Los jóvenes, para formarse, se ven obligados a alquilar una vivienda en las capitales. Las dificultades para desplazarse por cuestiones laborales, sanitarias, administrativas o de ocio, teniendo en cuenta el envejecimiento de la población y su mayor dependencia del transporte público, contribuyen también a la paulatina despoblación que sufrimos. El turismo también se ve afectado por la situación de la línea. El hartazgo en la población en nuestros municipios es general. Queremos viajar sin aventuras.

No entendemos que se desentiendan de la infraestructura existente, que puede mantenerse y modernizarse con un modestísimo porcentaje de la inversión que destina cada año al ferrocarril el (MITMA), Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Tampoco entendemos que todas las instituciones que nos representan se desentiendan de la población que vive en las comarcas afectadas.

El cambio de responsables de la línea, de FEVE a ADIF y RENFE, en 2013, ha resultado un rotundo fiasco. La línea ha sido descapitalizada de material y de personal. El transporte de mercancías por la línea también es víctima de la mala gestión. Las toneladas transportadas por la línea han descendido en pocos años de 1.500.000 a 200.000 (datos pre pandemia). Este transporte contribuye a su financiación, además de evitar las consecuencias de su transporte por carretera: más contaminación, costo, saturación de tráfico en carreteras e inseguridad, etc...

Esta línea tiene futuro. Los pueblos sin ella, lo dudamos. Por ello, exigimos a los ayuntamientos del entorno de la línea, a los departamentos responsables de transportes del Gobierno de Cantabria, del Gobierno Vasco y de la Diputación Foral de Bizkaia, al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a las instituciones de la Unión Europea y sobre todo, al Ministerio de Transportes Movilidad y Agenda Urbana, responsable de ADIF y RENFE, un plan integral y específico de transporte, con medidas urgentes y eficaces en favor de un transporte público, social y de calidad, a fin de que esta línea de ferrocarril sea el eje vertebrador del transporte en las comarcas por las que transcurre, y que otros medios de transporte no sean competencia ni alternativa, sino que se coordinen y la alimenten.

En dicho plan exigimos que figuren los siguientes objetivos:

- Recuperación de los menores tiempos históricos de viaje (2002):

* Karrantza-Bilbao: 58 minutos (con 10 paradas intermedias).

* Karrantza-Santander: 81 minutos (con 13 paradas intermedias).

- Puntualidad, con desviaciones nunca superiores a los 5 minutos en destino.

- Desaparición inmediata de transbordos a autobuses o taxis, salvo en el caso de extraordinaria necesidad.

- Información en tiempo real al viajero, en todas las paradas, sobre incidencias.

- Aumento del número de frecuencias y ajuste de horarios a las necesidades de la población.

- Coordinación con otros transportes, con tarifa única, cuando haya que realizar transbordos entre origen y destino.